Volví a sentir esas terribles ganas de abrazarte, qué sentimiento tan familiar para mí... ¡y cuánto me cuesta reconocerlo! Me cuesta reconocer que me haces falta, que aún no me he independizado de ti. No estás aquí, y quiero hablarte ahora... qué tengo que decirte ahora, te preguntarás... cualquier estupidez basta como excusa para dirigirte la palabra. Cualquier palabra merece la pena para que esos ojos me miren y vean en los míos estas ganas de amar
te.
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